1 Introducción:
El
apocalipsis es un libro un tanto misterioso para quienes no han leído nunca la
Biblia y desconocen el mensaje de Jesucristo,
pero para los que han leído la Biblia y estudiado en profundidad su contenido
el libro del apocalipsis es un libro lleno de esperanza y anuncia la inminente
victoria de Jesucristo sobre Satanás que seduce al mundo llevándolo a la rebeldía
contra la voluntad de Dios nuestro Padre haciéndolo desagradable a sus ojos
,este libro está lleno de figuras simbólicas que se encuentran en el antiguo
testamento para expresar esta guerra entre Dios y el opositor Satanás .
A
continuación, estudiaremos el mensaje a una de las siete iglesias: Laodicea
(que es el remanente del tiempo del fin). Pero, antes de ir al mensaje en sí,
ya que mencionamos a la ciudad de Laodicea, conozcamos un poco sobre ella.
La
ciudad de Laodicea fue fundada por Antíoco II (261–246 a.C.), uno de los reyes
seléucidas del periodo helenístico, que le dio este nombre en honor a su
hermana y esposa Laodice. Fue capital de Frigia, y estaba situada en el fértil
valle del río Lico, en una red de carreteras comerciales que venían del este de
Pérgamo y Éfeso.[2] Cerca de la ciudad, habían manantiales termales
(Hierápolis), que proveían de agua a la ciudad a través de unos canales. Era
una ciudad importante, prominente, próspera, y un centro comercial. Había
bancos y fábricas. Un terremoto hizo mucho daño en el 17 A.C. La ciudad fue
restaurada con la ayuda del gobierno romano. Otro terremoto hizo daño en 66
A.C. La ciudad fue restaurada otra vez. La ciudad fue destruida en 494 A.C. No
se recuperó. Hoy en día es un pueblo chico.
Laodicea
fue una población insignificante durante el primer siglo de su existencia;
pero, aumentó su importancia rápidamente
después de la formación de la provincia romana en Asia en el siglo II a.C
En
cuanto al cristianismo, la ciudad albergó una importante comunidad de creyentes.
Por lo que se acaba de ver, Laodicea fue una ciudad que no necesitaba de nada,
lo tenía todo; era una ciudad rica y, lo más probable, en relación a la
iglesia, varios de sus feligreses también eran adinerados. Sin embargo, a pesar
de su riqueza material, era pobre espiritualmente. Una iglesia profundamente
arraigada.
Desarrollo
Iglesia de Laodicea
- Época: 1844 hasta la venida de Jesús
- Mensajero: "El Amen, el testigo fiel
y verdadero, desde el principio de la creación de Dios"
- Período Abarcado: Desde 1844 hasta el fin.
Período del Juicio investigador
- Cosas buenas: -
- Cosas malas: "que ni eres frío ni
caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! (...) por esto te vomitaré de mi
boca."
- Exhortaciones: "Que ... compres oro
afinado en fuego ... seas vestido de vestiduras blancas unge tus ojos con
colirio ... sé pues celoso, y arrepiéntete"
- Promesas al Vencedor: "Le daré que se siente
conmigo en mi trono".
Dios conoce tu triste realidad
Inicia
la exhortación hablando el Señor Jesús, con el objetivo de instruir a la
iglesia. Las primeras palabras son: “Conozco tus obras”.
En
griego, para “conozco” está la palabra oída, que, por estar en tiempo perfecto,
se traduciría como “Yo he conocido”. Su significado es: saber, conocer,
entender.
En
el AT, se pone hincapié en el conocimiento de la información (Sal 94:11). El
conocimiento en Dios, involucra también, que Él llega a soportar la prueba de
ver nuestro pecado, mostrando misericordia y amor. Dios conoce a cabalidad las
obras: las escucha, las ve, las analiza para buscar una salida. La iglesia
Laodicea no podía desmentir su pecado ante Él. Él sabía el pecado más grande
como el más pequeño. Conocía que aquella iglesia prefería más lo material que
lo espiritual.
Dios,
conociendo esta realidad, actúa de una manera misericordiosa y omnisapiente. Él
no solo conocía las obras con el fin de exhortar a los laodicenses, Él deseaba
transformarlos. Por eso, Él les hablaba con cariño. Anhelaba y proponía una
solución. Entonces para nosotros hoy en día Dios nos dice que no solo ve
nuestro pecado, Él también nos perdona y nos comprende, recordando los 31 años
que pasó aquí en medio de nosotros. Entiende que luchar contra el pecado no es
fácil; y viendo esta realidad, en vez de condenarnos, está dispuesto a
ayudarnos.
Dios te hace ver tu triste realidad
Laodicea
tenía "obras" y se jactaba de su pecado sin darse cuenta. Pero, ¿qué
tipo de "obras"? Para tener más luz, analicemos esta palabra.El
término “obras”, en griego, es erga , cuya traducción es “tus obras”.
Significa: "obras", "trabajo", "ejecución", e
implica "acción", "celo activo". Sin embargo, en sentido
bíblico, se refiere a obras humanas y llenas de maldad; aquellas que revelan la
desobediencia a los diez mandamientos y que serán consideradas en el juicio de
la segunda venida.
En
lo práctico, la iglesia estaba mal. Sus obras (basadas en dos aspectos:
condición misionera y condición espiritual, de allí las causas de su pecado)
estaban tan mal que, de entre las siete iglesias, ella es la única que recibe
la mayor amonestación por parte de Dios, y no recibe elogio alguno.
Para
darles a conocer su condición, Él les presenta tres estados de espiritualidad:
ü Caliente: es un celo intenso. Es cuando todos
los afectos, elevados a la mayor tensión, se encauzan hacia Dios y su causa, y
se manifiestan en las obras correspondientes. Es tener el Espíritu
Santo en la vida. Si tuviera que sugerir un "sinónimo" para
la palabra "caliente", sería "sabio" (el que teme a Jehová
y hace su voluntad).
ü Frío: Siente que está mal, que le falta lo
necesario para ser feliz. Sabiendo su condición, busca calentarse y anhela la
obra del Espíritu Santo. Para ello, busca al Consolador, quien es
simbolizado por el "fuego",porque es el único que puede
calentarlo. Para este estado, creo que un "sinónimo" más indicado
sería "humilde".
ü Tibio: carece de celo, no hay fervor en el
corazón ni abnegación. No se lleva "cruz" alguna ni se testifica de
Cristo. Implica un estado de satisfacción. Para este caso, la palabra, sin
lugar a dudas, que describiría mejor a un tibio, sería "orgullo".
De
las tres, la última era la condición de Laodicea. Estaba en un estado bajo de
vigilancia espiritual. Pero, lo peor es que pensaban que lo tenían todo y no
había ningún problema. Sin embargo, Dios les dijo su condición, al declararles
las cualidades negativas que revelaban: Hipócritas, miserables, pobres (a pesar
que era una ciudad rica), ciegos y desnudos.
Por
causa de esta tibieza, ella será vomitada por Dios posteriormente (es una
alusión de condenación al veredicto que se emitirá en la segunda venida). Antes
de continuar, hay que mencionar que los laodicenses sabían muy bien a qué sabía
el agua tibia que venía de Hierápolis; un agua que, por cierto, tenía un saber
desagradable por su cantidad de minerales. Aquellos que la bebían, terminaban
vomitando.
A
través de esta comparación, Dios quería mostrarles que, así como a ellos le
desagradaba aquella agua, Dios también tenía esa sensación por causa de sus
pecados.
Dios quiere cambiar tu triste realidad
Dios
no solo conocía la realidad de Laodicea, sino que deseaba cambiarla. Pero,
dependía en gran manera la decisión que iban a tomar cada uno de sus miembros.
Estaba abierta la elección.
Por
un lado, vemos a una iglesia tibia; por otro lado, se ve al Espíritu Santo
queriendo calentarlos con el fuego que purifica la vida del pecador
arrepentido. De igual manera, observamos a un pobre laodicense con un vestido
sucio (conducta pecaminosa, Zac. 3:3), andrajoso. Sin embargo, también es
evidente un Dios que quiere darles un vestido limpio y blanco, que representa
la justicia imputada de Cristo.Asimismo, vemos a la iglesia ciega (a pesar que
tenían el polvo frigio para los ojos), cubierta en tinieblas; pero también, se
ve a un Dios que desea ungirlos con el Espíritu Santo, y así ver y conocer a
Jesús.
3.
Conclusión:
Dios
conoce todo del ser humano, tanto lo que hace como lo que piensa. Este
conocimiento no es para condenar al ser humano, sino para redimirlo.
La
tibieza es un estado crítico en un cristiano. Significa orgullo, nos aleja de
Dios y hace que experimentemos situaciones críticas.
El
Creador invita a entrar a la vida de cada creyente, que sea humilde a su
llamado y que comience a dialogar con Él todos los días.